viernes, 6 de octubre de 2017

Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 4 - QUE NO SEA DE PAPEL

CAPÍTULO 4
Que no sea de papel

El tiempo me ha mostrado que todo fue de papel,
sacrificios humanos no pedidos por él.
Al mundo consternado le ha faltado mucha fe,
la esperanza y la confianza, Abraham un loco fue.
La luz no se ha apagado, Jesús sigue aún allí,
esperando que tu tiempo no sea obstáculo a él.

Hace poco escuché una conferencia impartida por el pastor Dante Gebel, de la cual me impactó una increíble frase: «En mucho de los cultos y reuniones cristianas hoy en día solo hay sudor y nada de fuego». ¡Cuánta verdad hay en estas palabras! Y no voy a hablar de ninguna iglesia, sino que me referiré a mi propio ministerio. He llevado a cabo una infinidad de conciertos en los que he sudado por tres horas, preocupado más por el sonido, las luces, el diseño y la excelencia, y no por el fuego del Espíritu Santo. No quiero dar a entender que no estoy de acuerdo con poner cuidado en los detalles. Debemos poner mucho cuidado en ser excelentes. Pero lo que estoy diciendo es que muchas veces nos hemos enfocado más en lo material, en competir con el mundo, sin que haya diferencia entre un concierto secular y uno cristiano. Está muy bien preparar un buen montaje de luces y sonido, tener un escenario que brille por su excelencia, pero la diferencia que debemos establecer con los conciertos seculares es precisamente lograr que en los nuestros descienda fuego del cielo y consuma todo pecado, dolor y enfermedad; de lo contrario, seremos una opción más, un espectáculo más, un evento más en el que la gente la pasará bien, pero saldrá de la misma forma en la que entró. Tú y yo debemos diferenciarnos, y nuestra diferencia radica en que fuimos sellados por Dios para traer su presencia a las vidas que tanto la necesitan.

En 1 Reyes 18 encontramos una historia increíble en la que podemos ver el poder de Dios cuando a través de Elías hace descender fuego del cielo. El pueblo de Israel se había apartado de Dios al mezclar su culto con el de Baal, de modo que el profeta los exhorta a seguir única y exclusivamente al Señor, a dejar de ser duales en sus creencias y no combinar la adoración a Baal y a Dios. Así que Elías convoca a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y al pueblo de Israel en el monte Carmelo y los reta a probar quién es el Dios verdadero. Para hacerlo, se trajeron dos toros, los cuales serían colocados sobre el altar y consumidos por el fuego que enviaría el verdadero Dios. Elías les dio ventaja al darles la oportunidad de ser los primeros en invocar a su dios, y los profetas de Baal comenzaron a gritar y hacer diferentes cosas para que el poder de su dios consumiera aquel animal.

Desde la mañana hasta el mediodía no dejaron de gritar: «¡Oh Baal, respóndenos!». Elías comenzó a burlarse de ellos al ver que las horas pasaban y su dios no respondía, pero los profetas seguían gritando aún más fuerte para demostrar que Baal era un dios real y verdadero. Al caer la tarde, el profeta de Dios llamó al pueblo y le pidió su atención, reconstruyó el altar y tomó doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después cavó una zanja alrededor que tuviera la capacidad suficiente para contener doce litros de agua, dispuso la leña, cortó el toro en pedazos y pidió que llenaran veinte jarras con agua y las echaran sobre la leña y la ofrenda.

Entonces Elías hizo una corta y humilde oración y al instante descendió fuego del cielo, el cual consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. Cuando el pueblo vio esto, todos cayeron al suelo y reconocieron que el Señor era el Dios verdadero.

¡Asombroso! A Elías no le tomó más de dos minutos que mediante el poder de Dios se consumiera todo en aquel altar.

En la actualidad, el único sacrificio que Dios desea de nosotros es el de un corazón sincero y sediento de él. Si tenemos una relación íntima en lo secreto con Dios, entonces cuando estemos en público él nos recompensará y hará que el fuego del Espíritu Santo descienda con poder. La Palabra del Señor dice claramente:

Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido
                  (Salmo 51:16-17).

¿Qué le agrada más al SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros
                  (1 Samuel 15:22).

¿Cuántos sacrificios hemos ofrecido sin que Dios los haya pedido y sin que tampoco los recibiera? Él lo que busca y le agrada es un corazón arrepentido y humillado. Es entonces que el fuego y el poder de Dios se manifestarán de un modo increíble.

Al mundo consternado le ha faltado mucha fe, la esperanza y la confianza, Abraham un loco fue.
Recuerdo una ocasión durante mi adolescencia en que me encontraba caminando y conversando con uno de mis amigos cerca del lugar donde vivíamos, mientras a lo lejos se escuchaba a un vendedor ambulante que gritaba: «Repuestos para la olla exprés». A medida que la voz de aquel hombre se fue aproximando, nos resultó conocida.

Y al verlo más de cerca, nos dimos cuenta de que se trataba de un miembro de nuestra congregación, un señor que siempre veíamos los domingos sirviendo en la iglesia.

Mi compañero le preguntó: «¿Cómo está todo? ¿Cómo le ha ido?». El hombre, con cara molesta y deprimida, le contestó: «Mal, mal, mal. Las ventas han estado muy malas, la situación está muy difícil». Hubo un silencio entre nosotros, porque no esperábamos ver tanta negatividad, o mejor dicho, una fe nula, sin tener nada a lo que afianzarse. Mi amigo lo animó con una sonrisa diciendo:
«Hermano, confíe en el Señor». Sin pensarlo dos veces, aquel hombre nos respondió: «Eso… aténgase a eso». Luego, sin más palabras, se despidió y continuó su camino.

Resulta increíble tal falta de fe y confianza en la bendición de Dios para nuestra vida, pero lamentablemente la postura de este hombre es la misma de la mayoría de los que asistimos a una iglesia.

¿Por qué digo esto? Porque las siguientes frases son las que constantemente escucho en cada lugar al que voy:

«Pastor, ore por mí, que Dios a usted sí lo escucha», «Es que Dios no me oye», «Dios tiene sus preferidos», «No soy aceptado por Dios», «Este mes no voy a diezmar, pues no me alcanza para mis necesidades», y muchas más por el estilo. Fue tal actitud la que motivó la frase de mi canción:

«Abraham un loco fue». Sí, ya no hay nadie que confíe en todo momento en Dios como él. Al igual que los dinosaurios, esta clase de hombres parece ser historia para nosotros como cristianos. No obstante, las Escrituras afirman: «A Abraham se le tomó en cuenta la fe como justicia […] Por tanto, Abraham es padre de todos los que creen» (Romanos 4:9, 11). Al leer y estudiar la vida de este patriarca, a quien Dios llama el padre de la fe, vemos a un hombre que contra viento y marea decidió creer que su descendencia podía abarcar múltiples naciones. Siendo él un hombre de avanzada edad y con una esposa estéril, tal cosa pareciera una locura, algo improbable. En realidad, hasta su misma esposa, Sara, se burló de la idea tan chistosa y alocada de Dios.

Imagínate cada noche a Abraham y Sara mirando las estrellas, mientras él soñaba y pensaba que su generación sería más numerosa que los mismos astros que contemplaba, y Sara con una sonrisa y un abrazo le decía: «Viejo, acuéstate ya y deja esas ideas locas». Sin embargo, aun así, Abraham no dejó de creer. La Biblia nos enseña que luego Abraham y Sara tuvieron un hijo al que llamaron Isaac. ¡Increíble! ¿Cómo pudo pasar? ¿Qué sucedió?

Era algo ilógico. ¿El viejo Abraham tenía razón? La razón siempre va a estar de parte de Dios.
A veces resulta difícil entender sus formas, caminos y pensamientos, pero cuando él promete algo y decidimos creerle, entonces veremos su gloria.


Deja un legado de fe en tu generación, marca la diferencia, sé un loco por Cristo, atrévete a caminar sobre las olas. Jesús te está esperando, no te encuentras solo. Él lo prometió. Es tiempo de que tú y yo caminemos a la medida del varón perfecto que Jesús es.

Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 3 - COMO UN JUEGO DE AJEDRÈZ

CAPÍTULO 3
Como un juego de ajedrez

El tiempo se ha tornado como un juego de ajedrez,
los peones a los reyes, los cristianos a su rey.
El tiempo ha pasado, ¿dónde queda el ayer?
El mundo se ha negado a ser conforme a él.
El tiempo no ha parado, corre aún con rapidez,
se aumenta el pecado, su fidelidad también.

Muchos hemos confundido nuestra posición en Dios y asumido una actitud que demanda, en lugar de una que demuestra servicio y sumisión. Hemos establecido nuestra relación con el Señor pensando que él hace milagros y responde cuando nosotros lo solicitamos. A pesar de que no juego mucho ajedrez, entiendo que las piezas de más bajo perfil, como los peones, están para la protección del rey, sin embargo, alguien puede también llegar a utilizarlos para intentar darle jaque. Es como si se midieran de tú a tú con la pieza principal, peón y rey frente a frente, como si se ignorara la jerarquía, el poder y todo lo que la autoridad representa. ¡Imagínate!

En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan describe al glorioso Rey de reyes y Señor de señores, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin.

En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu, y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta, que decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea.» Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba y, al volverme, vi siete candelabros de oro. En medio de los candelabros estaba alguien «semejante al Hijo del hombre», vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido con una banda de oro a la altura del pecho. Su cabellera lucía blanca como la lana, como la nieve; y sus ojos resplandecían como llama de fuego. Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno, y su voz era tan fuerte como el estruendo de una catarata. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor. Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno (Apocalipsis 1:10-18).

¡Asombroso! Fue tanta la majestad y la gloria que reflejaban su presencia, que Juan calló como muerto a sus pies.

Tú y yo somos pecadores, somos como hormigas al lado de él; con un solo soplo suyo, desapareceríamos de inmediato de la faz de la tierra. Sin embargo, acudimos a su presencia con osadía y demandamos nuestra gran lista de sueños, deseos y peticiones, atreviéndonos a molestarnos con él si no estamos de acuerdo con sus planes, y en el peor de los casos, le damos la espalda a su amor, desviándonos de su perfecta voluntad para nuestra vida.

Sé que el amor, la misericordia y la fidelidad de Dios son muy grandes e incomprensibles, pero tú y yo debemos reconocer que él es Dios, Señor, Soberano y Creador, por lo tanto, debemos mostrarle un supremo respeto que nos lleve a una genuina vida de adoración.

Si mañana te dieran la noticia de que tienes una enfermedad mortal y en pocas semanas morirás, ¿seguirá él siendo el Dios de tu vida? ¿Vendrás a él en adoración y gratitud durante esos últimos días de vida que te quedan? ¿O te molestarás con Dios y le reclamarás por lo que te sucede?

Tendrías que vivirlo tú mismo para saber qué responderías.

Deberíamos considerar el ejemplo de Job, un hombre intachable, que le daba honor a Dios con su forma de vivir. Fue tanto el agrado de Dios por la vida tan especial de Job, que presumía de que no había un hombre como él hasta con el mismo Satanás. Cuando Dios se enorgulleció de su siervo Job, Satanás le dijo que, si le quitaba todo lo que amaba, seguramente dejaría de ser ese hombre tan recto y especial. Sin embargo, como Dios conocía el corazón de su siervo, permitió que el maligno lo despojara de todo lo que tenía. Una vez que Job lo perdió todo y se encontraba tirado en el suelo con el cuerpo cubierto de llagas, mientras su esposa lo animaba a maldecir a Dios, las palabras de este hombre fueron:

«“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR! A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios» (Job 1:21-22).

Más tarde, ante las críticas de sus amigos, replica:

«Aunque sé muy bien que esto es cierto, ¿cómo puede un mortal justificarse ante Dios? Si uno quisiera disputar con él, de mil cosas no podría responderle una sola. Profunda es su sabiduría, vasto su poder. ¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado? Él mueve montañas sin que éstas lo sepan, y en su enojo las trastorna. Él remueve los cimientos de la tierra y hace que se estremezcan sus columnas. Reprende al sol, y su brillo se apaga; eclipsa la luz de las estrellas. Él se basta para extender los cielos; somete a su dominio las olas del mar. Él creó la Osa y el Orión, las Pléyades y las constelaciones del sur. Él realiza maravillas insondables, portentos que no pueden contarse. Si pasara junto a mí, no podría verlo; si se alejara, no alcanzaría a percibirlo. Si de algo se adueñara, ¿quién lo haría desistir? ¿Quién puede cuestionar sus actos? Dios no depone el enojo; aun Rahab y sus secuaces se postran a sus pies. ¿Cómo entonces podré yo responderle? ¿Dónde hallar palabras para contradecirle? Aunque sea yo inocente, no puedo defenderme; de mi juez sólo puedo pedir misericordia» (Job 9:2-15).


Después de leer estas declaraciones, podemos decir que Job realmente era un hombre increíble. Aunque hubo momentos en que el dolor lo llevó a la tristeza y la desolación, nunca juzgó ni culpó a Dios por lo que le había sucedido. Él entendía perfectamente quién era Dios y también su posición como hombre. ¿Podremos decir nosotros como Job: «El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!»?

Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 2 - EL TIEMPO DE LA CRUZ

CAPÍTULO 2
El tiempo de la cruz

El tiempo ha pasado, ya no es lo mismo que ayer,
la oración la hemos cambiado por el juego, yo qué sé.
El tiempo ha cambiado, ha pasado el interés de aquella palabra que escrita dejó él.
Los tiempos han cambiado, qué pasó con el ayer,
el mensaje de la cruz, los milagros de poder.

Los tiempos han cambiado con referencia a la iglesia primitiva. Hoy es fácil llamarse cristiano, pero ser un verdadero discípulo de Cristo es otro cantar. No todos los que dicen ser cristianos lo son.

Pensando en esto escribí la canción «Es el tiempo de la cruz» cuando tenía veinte años. En esos días había sido impactado por varios mensajes que escuché, pero uno de ellos fue como un fuego que encendió mi vida. Nunca olvidaré aquella ocasión en que, sentado en el piso en casa de uno de mis amigos, las lágrimas corrían por mi rostro mientras escuchaba hablar a aquel predicador. La disertación tenía como título «El discipulado radical, completo y verdadero», un poderoso mensaje que me retó a ser diferente, a conquistar y no ser conquistado, a actuar distinto a los demás y así poder considerarme en realidad un discípulo de Jesús.

En ese mismo tiempo escuchaba muchos sermones que tenían diferentes fines, todos ellos muy buenos y positivos, pero no se predicaba de la cruz, de la vida en Cristo, sino que el mensaje de moda era sobre la prosperidad. No quiero decir que la prosperidad sea mala, pero no es el todo de un cristiano.

Creo que la prosperidad es algo que va en añadidura cuando vives y das tu vida por Jesús. Es como un negocio donde das algo, pero igual recibes. Cuando vives para Cristo y cada cosa que haces le da honor, Dios se encarga de tus negocios (salud, bienestar, prosperidad, familia, etc.). Por eso, al escuchar aquel llamado a ser un verdadero discípulo, me di cuenta de que lo que yo estaba buscando era la bendición y no al que bendice.

El tiempo ha pasado, ya no es lo mismo que ayer. Las Escrituras describen en Hechos 2:43-47 a la iglesia de los primeros días, sin embargo, creo que la misma poco a poco ha desaparecido en nuestro tiempo.

Aquella iglesia que era unida y llena del Espíritu Santo, donde se compartía el pan y se ayudaban mutuamente, sin peleas ni envidias, es difícil de encontrar. Al viajar por diferentes países, he observado un común denominador entre las congregaciones: la falta de unidad. Hay tanto celo, envidia y crítica entre nosotros, que deshonramos a Dios al hacer todo lo contrario a lo que nos ordenó. En Juan 17, Jesús menciona cinco veces la palabra unidad. Los versículos 22-23 afirman: «Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí».

La unidad que Dios requiere de nosotros está motivada por la unidad que Jesús tiene con el Padre.

Él no busca una unión a medias y por conveniencia, sino desea que alcancemos una perfección en la unidad, y que, por medio de la búsqueda de esa unión tan anhelada, el mundo pueda conocer el inagotable amor de Dios. No quiero entrar en la dinámica de criticar a la iglesia de Cristo y tampoco al liderazgo, pero sí animo a todo líder y consiervo a buscar con diligencia esa unidad que el Señor está esperando de su iglesia. Un pueblo unido es algo tan poderoso que el enemigo sabe que, si nos mantiene sumidos en contiendas y enojos, no representaremos una amenaza tan fuerte como la que seríamos al permanecer en unidad y ser de un mismo espíritu.

La oración la hemos cambiado por el juego. Hace unos años atrás tuve una conversación con el pastor de una congregación en Bogotá, quien con un tono de resignación y un poco de tristeza me decía que los jóvenes de la iglesia eran muy difíciles de liderar, ya que no había ningún compromiso de parte de ellos. Me contaba que, irónicamente, para motivarlos a ayunar los animaba a venir prometiéndoles refrigerios; para que se involucraran en alguna actividad precisaba siempre estar negociando con algo que los enganchara. No podía creer todo lo que escuchaba. Aquel querido pastor me había invitado porque deseaba traerles algo juvenil que los atrajera y con lo que ellos pudieran identificarse. Pensaba que debido a que yo era joven y mi música resultaba moderna sería una buena opción para un programa de sábado en la reunión de jóvenes. Al conocer la situación, entendí que en especial en los jóvenes se ha perdido la práctica de disciplinas como el ayuno y la oración, con todos los beneficios que estas conllevan. Muchos buscan cosas que sean más asombrosas y que contengan un movimiento de las emociones más especial.

En la actualidad queremos actuar motivados por las emociones, no por obediencia y disciplina, algo que observé repetidas veces en las diferentes iglesias que visité. Así que en ese momento empezamos a dar conciertos que se llamaban «El tiempo de la cruz». Luego de tres horas de experimentar una gran unción, los chicos salían con el desafío poderoso de ser discípulos y cristianos verdaderos, dejando de comportarse como un montón de seguidores tibios que se sentaban en las bancas de las iglesias. Me sorprendía ver que muchos líderes solo estaban esperando buena música y un bonito mensaje, pero se asombraban al observar a los mismos chicos rebeldes y sin ningún compromiso, mostrar ahora lágrimas en sus ojos y decirle que sí al llamado radical de Jesús a sus vidas.

Muchos de nosotros hemos cambiado la búsqueda del rostro de Dios en secreto, la oración y el ayuno por diferentes actividades que solo nos distraen, pero no nos llevan más allá de ser cristianos del montón.

El tiempo ha cambiado, ha pasado el interés de aquella palabra que escrita dejó él. Hace unos años, después de estar ahorrando por varios meses, pude comprar un jacuzzi para nuestro hogar. Mi esposa y yo lo habíamos visto en los Estados Unidos e hicimos un esfuerzo incluso para trasportarlo a Colombia. Cuando por fin llegó a casa, la alegría fue increíble; teníamos preparado con anterioridad un lugar especial donde ponerlo, todo estaba listo.

Mientras lo desempacábamos, la emoción creció entre nosotros, en verdad, habíamos invitado a toda la familia para ver este sueño hecho realidad y que nos ayudaran a instalarlo. Notamos sin mucha importancia que aquel objeto traía un manual y diferentes químicos para el agua. A la verdad sabía un poco de los químicos, así que ignoré por completo el aburrido manual, que para colmo estaba en inglés, aunque creo que si hubiera estado escrito en español tampoco le habría prestado mucho interés.

Después de colocarlo en su lugar lo empezamos a llenar, y una vez lleno nos dispusimos a conectarlo, pero entonces nos dimos cuenta de que necesitaba una toma especial, lo cual retrasó la inauguración que todos esperábamos. Luego de que alguien viniera e hiciera la conexión apropiada, lo encendí para que se fuera calentando. Me percaté de que había unos pequeños tubos para medir el nivel de PH y cloro del agua, así que calculé a ojo y según mi gusto la cantidad de cada líquido que debía aplicar. El panel de control también tenía varios botones, pero a mí el que me interesaba era el de apagar y encender, el resto no me preocupaba. Cuando al fin se calentó el agua, no dudamos un instante de que ya era hora de meternos, de modo que entramos.

Después de unos minutos todos teníamos los ojos rojos, pero no le prestamos atención, pues la emoción era tan grande que esto carecía de importancia. Así transcurrió cada día de esa semana, salíamos del jacuzzi con los ojos rojos e irritados, por lo que mi esposa me aconsejó que trajéramos a un experto que nos guiara en cuanto al manejo de los químicos y que le diera una leída al manual, pero como un buen hombre latino, le dije que no necesitábamos llamar a nadie. «Yo sé lo que estoy haciendo», le aseguré.

Pasaron algunas semanas y mi guitarrista, Javier Serrano, se iba a casar, así que organicé una reunión en casa con los chicos de la banda para celebrar su despedida de soltero. La reunión terminó con algunos del grupo metidos en el jacuzzi. Esa mañana había notado que el agua tenía un color verdoso, de modo que apliqué en porciones mayores todos los líquidos para tratar de aclarar el agua, a fin de que en la noche el que quisiera usarlo lo pudiera hacer. El primero que entró al agua fue precisamente Javier, el que se casaba al otro día, y luego lo hicieron dos más.

Después de unos minutos no podían ni abrir los ojos y uno de ellos dijo: «Creo que tiene mucho cloro», pero ninguno salió del agua, sino que hicieron una competencia para ver quién duraba más tiempo debajo de aquella agua caliente. Cuando sacaron la cabeza, sus rostros estaban rojos y ya no podían abrir los ojos, y al acercarme para ver si se encontraban bien, noté que las cabeceras que eran de un material especial se estaban derritiendo. Les dije: «Creo que es mejor que salgan, pues algo no está bien». Mis compañeros tenían toda la piel roja, ya que se habían quemado con el cloro tan fuerte. Javier tuvo que aplicarse muchas cosas para tratar de disimular el color rojo de su cara. Él creyó que yo había organizado todo de esa forma para que nunca olvidara su despedida de soltero.

Después de unos días, el agua empeoró y llamé a un técnico para que viniera a arreglar mi jacuzzi, quien luego de cambiarle el agua y colocarle las cantidades exactas de los químicos, me preguntó con una pequeña sonrisa burlona: «¿Usted leyó el manual?». Le respondí que no un poco avergonzado y él señaló: «Ese fue el error. Usted no puede comprar algo e ignorar todas las indicaciones del manual». Me recomendó que lo leyera, y después de buscarlo descubrí que también venía en español. ¡Cómo sería la falta de interés en el manual que ni siquiera me había percatado de que las instrucciones se encontraban escritas además en mi idioma!

Es obvia la enseñanza. Muchos hemos comenzado nuestro andar en la vida cristiana ignorando que hay un manual que nos enseña cómo debemos recorrer el camino que hemos elegido. Nos convertimos en personas que desean gozar de los beneficios de su Palabra sin tener que leerla y establecer una intimidad con el señor.

Cada día oro al Espíritu Santo que me guíe en la lectura de su Palabra, la cual afirma: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).

Cuando permites que la Palabra de Dios penetre en tu vida, esta traerá luz y sabiduría a tu camino, y podrás decir como el salmista:

En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.
Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin.
Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz.
Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas.
Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra.
Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen


(Salmo 119:16, 33-38).

Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 1 - ENAMORADO

CAPÍTULO 1
Enamorado

Escribo este libro porque estoy enamorado. No hago poesías porque alguna vez me lo haya propuesto, sino debido a que los poemas de Dios me han hecho a mí.

La poesía que encuentro en su misericordia, mi familia, mi esposa y lo que he podido vivir en el ministerio al viajar y hablar con miles, me invita y provoca a seguir deteniéndome a reflexionar en lo importante y apasionante de ser moldeado por la bella voluntad de Dios.

Dios ha sido fiel conmigo. Muy fiel. Y aunque probablemente no te conozco personalmente, sé que también lo ha sido contigo.

Quizás te ha tocado experimentar situaciones y sentimientos difíciles. Ese ha sido también mi camino. No obstante, al mirar atrás una y otra vez, he descubierto cuán presente, activo y atento estaba Jesús a mi vida, aunque le estuviera dando la espalda.

He sufrido el abandono de seres queridos, el rechazo, el abuso y la desconfianza a lo largo de mi vida.
Sin embargo, Dios me ha hablado de diversas maneras. Me ha escrito poemas en su Palabra, mediante canciones, en mis intensos momentos de oración y arrepentimiento, y también a través de personas comunes y pastores que me hablaron de su parte.

Dios raramente grita. Por lo general, prefiere susurrarnos al oído. Él quiere tiempo e intimidad, y por eso debemos aprender a hacer a un lado tantas distracciones. Debemos aprender a bajarle el volumen al ruido para escuchar su voz y encontrarnos con esos poemas que quiere regalarnos.

Hace unos años escribí una canción titulada «Enamorado de ti», la cual contiene el siguiente párrafo:

Quisiera haber sido un gran pintor,
con mis manos mostrar tu gran creación.
Pero soy tu hijo, que te ama, Señor,
que escucha tu voz y tu tierna canción.
También soy tu amigo, agradecido estoy de ser tu creación,
Tu gran inspiración.
No seré un profeta, no seré un pastor,
no seré el primero, tampoco un gran señor,
no seré el cantante, no seré el pintor,
solo un corazón enamorado… de ti.

A veces nos convencemos de que lo que Dios busca en nosotros es talento y logros. Eso es lo que normalmente se celebra en la sociedad de hoy, de modo que tenemos la opinión particular de que Dios es uno más en la búsqueda de lo mismo que todos quieren. Sin embargo, esto no es lo que nos enseña la Biblia. Dios te quiere a ti. Me quiere a mí. Nos quiere a ambos cerquita, muy cerquita de él.


Y cuando uno entiende eso, se enamora de su gracia y misericordia. Te das cuenta de que es increíble que solo te quiera a ti, sin que tengas que hacer nada al respecto ni requieras ningún mérito para lograrlo. Cuando entiendes eso, te enamoras y comienzas a ver poemas en todo tipo de situación.

lunes, 2 de octubre de 2017

Gracia sublime - En espíritu y en verdad [ACORDES]

Intro: A2 - E

              A2
Quien rompe el poder del pecado
D2
su amor es fuerte  y poderoso
F#m11              E                      D
El rey de gloria el rey de majestad


    A2
Conmueve al mundo con su estruendo
  D2
Y nos asombra con maravillas
F#m11              E                       D
El rey de gloria el rey de majestad


           CORO
                         A2                               D
Gracia sublime es,   perfecto es tu amor
                     F#m11                         E
Tomaste mi lugar     cargaste tu mi cruz
                        A2                      D
Tu vida diste ahí y ahora libre soy
                     E                                       D
Jesús te adoro     por lo que hiciste en mí



A2
Pusiste en orden todo el caos
   D2
Nos adoptaste  como tus hijos
F#m11               E                    D2
El rey de gloria el rey de majestad


    A2
El que gobierna con su justicia
      D2
Y resplandece con su belleza
 F#m11               E                     D2
El rey de gloria el rey de majestad



                Puente                     A2 - D2
      A2
///Digno es el cordero de Dios,
      D
Digno es el rey que la muerte venció///

He de confiar en Jesús - Corito [ACORDES]

                E
He de confiar en Jesús 
                   Bsus2
En mi vida sí
              F#m11               Bsus2
He de confiar en Jesús 
                      E
Él me sostendrá.

               CORO
                        E
Y aunque las nubes aquí 
                           A
Me ensombrecerán 
                Bsus2                    A - Bsus2
Sigo confiando en Jesús 
                        E
Él me sostendrá.


                      Bsus2
Gran amigo es Él, 
                              E
Oh que amigo tan fiel
             Bsus2
Hasta el final 
                     E
Contaré con Él

Amamos tu presencia - Miel San Marcos (Feat Marcos Brunet) [ACORDES]

E                                    C#m7                                  Bsus2          A2
Encuentro sanidad, encuentro libertad... En tu presencia 
E                                     C#m7                                    Bsus2            A2
Encuentro el perdón, encuentro salvación... En tu presencia 


                    PUENTE
         Bsus2    C#m7    A2              Bsus2        C#m7        A2
Correremos      hacia     ti,       el cielo hoy       está       aquí // 


                    CORO
E                                  C#m7    Bsus2
Amamos tu presencia      oh   Dios
      A2                                 E
Amamos tu presencia oh Dios
E                                  C#m7    Bsus2
Amamos tu presencia      oh   Dios
      A2                Bsus2       E
Amamos tu presencia oh Dios //


Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 7 - VUELVE PRONTO

CAPÍTULO 7 Vuelve pronto Mis ojos yo alcé al cielo y su rostro se escondía en las nubes del gran cielo. Sin aliento y sin consuel...