martes, 30 de junio de 2015

Libro: "Buenos días, Espíritu Santo " [Benny Hinn] - Capitulo 9

Capítulo 9
Lugar para el Espíritu

Por generaciones, se ha guiado a la gente a creer que el Espíritu no es una persona. De millones de voces, millones de palabras escritas, y una actitud que ha permeado la fe cristiana, hemos sido programados para pensar del Espíritu Santo como algo más bien que como alguien.
            Oí un coro recientemente que decía, “¡Dame más de ti!” Y yo pensé: “Vaya, eso no es bíblico”. Tú no puedes tomar una parte de Él. Él es una persona. No lo puedes partir en pedacitos, un brazo esta semana y una pierna la próxima. No es, “Dame más de ti”. Es exactamente lo opuesto. Tú debes clamar al Espíritu: “Por favor, toma más de mi”. Él no se rinde a ti. ¡No! Tú te rindes a Él.

UN LUGAR PARA EL

Sin duda, el mensaje más descuidado de la iglesia es que el Espíritu Santo es real y tenemos que hacer un lugar para El.
            Triste, ¿no? Ministros del evangelio por miles no comprenden la obra del Espíritu en el planeta tierra. Me temo que han estado programados también. De la escuela dominical al seminario, han sido guiados a creer que el Espíritu es un miembro menor de la Deidad que vino en pentecostés y ha estado flotando en las nubes desde entonces. Algunos evitan pronunciar Su nombre para que la gente no los confunda con uno de esos fanáticos carismáticos.
            Fue la intención de Dios que la iglesia fuera viva y vibrante. Antes de regresar al cielo, Jesús pronunció las inolvidables palabras: “Y estas señales seguirán a los que creen…” (Maros 16:17). Quizás la pregunta más desconcertante que yo tengo como ministro es esta: Si el Espíritu Santo fue enviado para dar poder a los cristianos para que vivan una vida victoriosa, ¿por qué hay tantos desanimados y derrotados?
            Cuando yo era un evangelista, iba a una iglesia, conducía una campaña, oraba por las necesidades de la gente y regresaba a mi casa. Realmente no sabía lo que estaba pasando en la vida diaria de la gente. Pero ahora que soy pastor, mi perspectiva ha cambiado totalmente. Y estoy molesto por lo que veo.
Ahora me doy cuenta de que muchas más personas tienen mayores problemas de lo que jamás soñé posible. Que tantos creyentes están descorazonados y deprimidos, al borde de la bancarrota espiritual, es casi inimaginable. Repetidamente veo pequeños problemas entrar en la vida de la gente y de repente emergen como Goliat, o el monte Everest.
“Padre Dios –pregunto-, “¿Dónde está la victoria? ¿Dónde está el gozo?”
La semana pasada nuestra congregación experimentó un derramamiento poderoso del Espíritu el domingo en la noche. Al ministrar a la gente, yo sentí una unción extraordinaria. De regreso al hogar iba gritando, “¡Aleluya!”. Le dije a mi esposa Suzane, “¡Qué gran servicio! ¿No es maravilloso lo que Dios está haciendo aquí?” pero acabando de entrar por la puerta de nuestra casa, sonó el teléfono. Y por los próximos treinta minutos oí la triste historia de un hombre que había estado en ese servicio. El lloraba y lloraba mientras me decía: “Yo no tengo a quién ir”.

¿Quién tiene el poder?
¿Qué está mal? ¿Por qué es que la iglesia primitiva tenía tal poder y nosotros tenemos tan poco? Con una palabra mandaban a salir a los demonios, y nosotros nos vemos tan temerosos y alarmados. Solo mencionar demonios, y los cristianos hacen una retirada de cien yardas. Muchos pastores ni aun hablan de ellos, como si ignorando el tema los echaran fuera.
Es difícil de entender. En lugar de predicar a la gente que pueden ser libres, muchos ministros mantienen un silencio dejando a la gente en cautividad. En vez de obedecer las palabras de Cristo: “Echaran fuera demonios” (Marcos 16:17), le dicen a su gente que lo que está realmente pasando no existe –que todo está en sus mentes. Y la gente murmura: “Señor, no puedo encontrar una respuesta. ¡No puedo encontrar ayuda!”
¿Nos  sorprende que algunos cultistas tienen más poder que algunos cristianos? ¿Deberíamos sorprendernos cuando los seguidores satánicos demuestran más de lo sobrenatural que muchos seguidores de Cristo? ¿Cómo es posible? Si Dios es omnipotente y Satanás tiene solo una pequeña fracción de poder, ¿cómo un discípulo del diablo puede obrar con autoridad?
Realmente es muy simple. Una persona que usa cien por ciento de una fracción muy pequeña tiene más poder que alguien que puede tocar la energía del universo pero ni siquiera lo intenta. Me molesto profundamente cuando pienso acerca de un pecador que recibe más de Satanás que lo que un creyente que no pide de Dios, puede recibir.
Es tiempo que empieces a ejercitar el poder del Todopoderoso. Tú necesitas saber que Dios es más grande que cualquier demonio y que sólo una palabra de Jesús destruye al diablo. Solo uno de Sus ángeles puede atar a Satanás en el abismo (Apocalipsis 20:1-3). Dios no es débil –Su pueblo sí lo es.
Aquí está la única conclusión a que he podido llegar. La razón de que la iglesia y tantas personas en ella hayan sido derrotadas es que han ignorado la persona más poderosa del universo –El Espíritu Santo. De nuevo, “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Y las próximas palabras son igualmente emocionantes: “¿Quién eres tú, oh gran monte?... serás reducido a llanura” (v. 7).
Tú necesitas más que un tractor para nivelar los montones de roca que están delante de ti. Es una montaña gigante de hostilidad y temor. Y la excavación que necesitas es sólo posible a través de un gran poder de energía del Espíritu Santo.




Real, no fingida
Dios, a través de Su Palabra, da una receta para romper el yugo de la cautividad. Él sabe exactamente lo que se necesita para levantar tu carga pesada. Se llama unción:

Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. (Isaías 10:27).

Así como Dios quitó la carga de Israel, también removerá el yugo de ti. Después de todo, Satanás es el traicionero que ha puesto ese yugo pesado sobre ti. Pero Jesús, que declara que el yugo será destruido, dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30).
El yugo opresor puede ser roto por el Espíritu. Pero no sólo por el momento. No es una solución temporaria. Él se queda contigo, para continuar levantando la carga y guiándote en una senda nueva. El apóstol Juan. Hablando del Espíritu, escribió: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñé: así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2:27)
No se necesita un doctorado en divinidad para poder discernir quien tiene la unción y quien no la tiene. Un pecador no regenerado que ve la televisión durante el domingo en la mañana conoce el toque del Espíritu cuando lo ve. Lo reconoce porque, diariamente es extraño para él.
No hay nada más trágico que gente que no tiene la unción trate de producirla. Tratan de forzarla, pero el toque del Señor no está allí. Cuantas veces has viajado para oír a un gran predicador o maestro de la Biblia, sólo para encontrar que esa persona es sólo un caparazón vacío, que no hay nada más que conocimiento adentro. Lleno de datos e información pero absolutamente sin vida.
Nunca olvidaré lo que pasó en una conferencia a la que asistí en la costa oeste. En una de las reuniones de la tarde, un joven fue presentado para cantar. Con una voz tremenda, bien entrenada, cantó ¡El Rey ya viene! Toda la gente se alegró, y le dieron un gran aplauso cuando terminó.
Yo no sé cómo pasó, pero en el servicio de la noche una señora cantó exactamente la misma canción. Francamente, no parecía una cantante, su voz era un poco nasal, y algunas de las notas estaban fuera de tono. Pero ella tenía algo más, que cubría esas deficiencias mil veces. Cuando llegó al segundo coro, la gente estaba de pie. Sus manos estaban levantadas al cielo. El poder en aquel lugar era eléctrico. Y no terminó cuando ella finalizó de cantar. Alabamos al Señor y volvimos a alabarlo. Luego comenzamos a aplaudir –por largo rato. Pero no estábamos aplaudiendo a la cantante. Estábamos aplaudiendo al Dador de la canción.
¿Qué hizo la diferencia? Amigo, ¡fue la unción! Fue el poder del Espíritu en la vida de aquella mujer.
Durante mi ministerio en Canadá, éramos uno de los grupos auspiciadores de la cruzada de Billy Graham. En su preparación las reuniones eran organizadas como nada que yo hubiera visto. Y los mismos servicios eran “flojos” comparados con lo que yo estaba acostumbrado a ver. Pero cuando Graham comenzó a hablar, hubo un inconfundible toque del Espíritu en su mensaje. El contenido era Cristo, pero yo podía decir que estaba en la presencia de un hombre que tenía una relación personal profunda con el Espíritu.

Palabras que asombraron a la sinagoga
Desde la creación, la gente ha estado fascinada con la unción. Se han maravillado con ella, la han manifestado, y aun imitado. Pero la verdadera unción siempre ha sido –y todavía lo es- una función de Dios el Espíritu Santo.
¿Cuál es su propósito? Para que puedas proclamar el mensaje con poder.

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová: me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza del Dios nuestro…” (Isaías 61:1-2)

Pero esas no son sólo las palabras de un profeta del Antiguo Testamento. Jesús lo citó a una audiencia pasmada en la sinagoga en Nazaret (Lucas 4:18-19).
Nunca debes olvidar que para entender al Espíritu Santo tienes que saber que Él es Dios. Esa descripción te puede parecer extraña, pero es tan básica como la misma Palabra. Él era el poder de la creación. ¿Recuerdas las palabras en el libro de Job? “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4).
Mientras Dios el Padre estaba en el cielo en el trono de gloria diciendo: “Hagamos al hombre”, el Espíritu Santo estaba haciendo Su obra en la tierra. Aun el segundo versículo dice eso en la creación “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2). Y el Salmista, hablando de las criaturas en la tierra, escribió: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104:30).

CRECIMIENTO ESPIRITUAL

Si deseas que la unción del Espíritu llegue a ser evidente en tu vida, comienza con un entendimiento de quién Él es, como El opera, y como puedes entrar en Su comunión. El Espíritu Santo fue enviado no sólo para hacerte sentir bien. Ciertamente El hará eso, pero Él es mucho más. Él tiene igualdad en la Deidad y merece nuestra adoración como Dios el Padre y Dios el Hijo. Pero eso es sólo el comienzo. Tu crecimiento espiritual no es diferente del de un árbol de roble gigante. Tiene que ser alimentado y nutrido.

¿Qué hago después?
Recientemente un hombre me dijo: “Benny, quiero darte las gracias por presentarme al Espíritu Santo en 1978”.
Yo le dije: “Magnifico. Dime, ¿Qué ha pasado desde entonces?”
Su rostro palideció al decir: “Bueno, nada realmente. Yo sólo recuerdo como era cuando lo conocí”.
“¿Por qué crees que no ha pasado nada?” –le pregunté.
Nunca olvido su respuesta: “Pienso que yo no sabía qué hacer”.
Quizás he esperado que cada persona que ha sido presentada al Espíritu responda como lo hice yo. Yo literalmente me encerré con la Palabra y el Espíritu y absorbí como una esponja lo que Él tenía que ofrecerme. Llevó tiempo, cientos y cientos de horas con el precioso Espíritu Santo.
Me doy cuenta de que para mucha gente es casi imposible encontrar el tiempo para escudriñar y escudriñar las Escrituras. Pero al leer este libro estás recibiendo en una manera concisa lo que le tomó al Espíritu años compartir conmigo. Pero hay una cosa que yo no puedo hacer por ti. No puedo poner una venda sobre tu cabeza y poner una unción sobre ti. Eso solo viene con un encuentro personal profundo; privado, con el Espíritu. Y eso continúa y crece con una amistad y comunión que solo tú puedes establecer.
Tu crecimiento en el Espíritu comenzará en el momento que comiences a ver que el Espíritu de Dios es verdaderamente Dios. No puedo repetirlo lo suficiente porque el cuadro mental de una personalidad débil ha sido metido en nuestra psiquis desde la infancia. Recuerdo haber visto un libro que decía, “El Espíritu Santo es un siervo para el Cuerpo de Cristo”. Esa es la clase de error de que yo estoy hablando. Él no es un siervo: Él está en control. Él es el líder del Cuerpo de Cristo.
Déjame compartir algo que he llegado a conocer. El Espíritu Santo no sólo es Dios; es también el Padre del Señor Jesucristo. Antes que digas: “Ahora aguántate ahí, Benedictus, déjame señalarte la palabra”
Tú dices: “Yo pensaba que Dios el Padre era el Padre de Jesús”. Bueno, tienes razón, pero estás también equivocado. Déjame mostrarte por qué. En el primer capítulo de los Evangelios se nos dice que el Espíritu Santo es el Padre de Jesús. “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).
Aun María estaba preocupada. Ella le dijo al ángel, “¿Cómo será esto, pues no conozco varón?” y respondiéndole el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:34-35). Ahí lo tienes. Él se llama Hijo de Dios, pero fue el Espíritu Santo quien vino sobre la madre de Cristo. Eso es la intimidad de la Trinidad .hijo de Dios el Padre e hijo de Dios el Espíritu Santo en uno.
Aun los atributos de Jesús le fueron dados por el Espíritu. Hablando del Cristo que vendría, Isaías escribió:

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñara de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).

¿Quién es el Padre?
Jesucristo hombre fue engendrado del Espíritu. Y tal como los padres terrenales aman a su pequeño bebe, así el Espíritu Santo amaba al Señor. ¿Has visto tu a un padre orgulloso de tomar en sus brazos a su hijo recién nacido, apretarlo y amarlo? Yo creo que nosotros olvidamos que el Espíritu Santo tiene emociones también. El ama lo que ha creado; es por eso que desea poner sus brazos alrededor de ti.
¿Puedes ver a Dios el Padre en el cielo diciendo al Espirito: “toma mi Hijo y hazlo carne”? Fue un milagro de milagros. El Espíritu Santo tomó esa semilla divina y la puso dentro del cuerpo de María. Pero no solamente fue El el padre del Señor, Él fue también el que lo ungió.
Imagínate, a Dios el Padre sentado en su trono en el cielo y a Jesús en la tierra sanando enfermos y haciendo milagros. ¿Y qué del Espíritu Santo? Él es el canal, el contacto entre ambas personalidades. Voy a ilustrarlo así: El Padre toma el teléfono (como si necesitara uno) y dice: “¿Espíritu Santo?”
“Si, Señor” –dice el Espíritu Santo al levantar el teléfono.
Dios dice: “Quiero que guíes a Jesús al desierto porque voy a enviar al diablo para que lo tiente”.
El Espíritu dice: “Si, Señor”, y corre a Cristo. “Jesús, ven conmigo” –le dice.
¿Ves cómo el Espíritu Santo viene a ser como el contacto entre ambas personalidades?
O imagínate esto: Jesús pasa por el lado de un hombre que está muy enfermo. De nuevo, el Padre levanta el teléfono y dice: “Espíritu Santo, ¡Detén a Jesús! Dile que se pare ahí mismo donde está”.
El Espíritu Santo dice: “Bien, Jesús, párate”. Levanta el teléfono y dice: “Padre, ¿qué debe hacer El?”.
“Dile que sane a ese hombre” –dice la voz de Dios.
Jesús inmediatamente pone Sus manos sobre el hombre, el poder del Espíritu fluye a través de Él, y el hombre milagrosamente se levanta.
Aquí está lo vital para que recuerdes –y cuando comprendas esto, se quitará el velo de tus ojos concerniente a la función del Espíritu Santo: Durante su estancia en la tierra, Jesús escogió ser no menos que un hombre en su totalidad. Su “conocimiento revelado” no operaba sin la voz del Espíritu. Y Él no se movía a menos que el Espíritu Santo se moviera con El.
¿Te has preguntado alguna vez por qué cuando Jesús pasaba, algunos no se sanaban? ¿Por qué El no oró por ellos? ¿Por qué Él no los alcanzo y los toco? Es porque el Padre no le ordenó al Espíritu Santo que guiara a Jesús a hacerlo. Cristo dijo: “que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:31). Jesús dependía del Espíritu: Él era el cordón umbilical de Cristo al Padre.


¿Era Cristo capaz de pecar?
Aun antes que Cristo se enfrentara al Gólgota, Él se ofreció a si mismo al Padre por medio del Espíritu Santo. Comparando la sangre de Cristo al sacrificio de animales, en Hebreos dice: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).
Si Él no se hubiera ofrecido a Si mismo mediante el Espíritu Santo, ¿hubiera sido aceptado por Dios el Padre? ¿Hubiera soportado los sufrimientos de la cruz? Si Él no se hubiera presentado a sí mismo mediante el Espíritu Santo, Su sangre ¿hubiera permanecido pura e inmaculada?
Y déjame añadir esto: Si el Espíritu Santo no hubiera estado con Jesús, ¿hubiera pecado? Es posible que hubiese podido pecar. Fue el Espíritu Santo el poder que lo guardó puro. El no solo fue enviado del cielo, sino que fue llamado el Hijo del Hombre –y como tal, ¿no podía El pecar? El hecho que no lo hiciera no quiere decir que no existiera la posibilidad.
Si tú crees que Jesús no era capaz de pecar, entonces ¿por qué Satanás perdió su tiempo tentándole? El diablo sabía lo que estaba haciendo. Sin el Espíritu Santo, Jesús jamás hubiera logrado completar su obra.
Realmente Jesús se ofreció a Si mismo mediante el Espíritu Santo para permanecer sin pecado. Aun dependió de Espíritu Santo para que lo levantara de las garras de la muerte. ¿Recuerdas las palabras de Pablo? Cristo fue “declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).
Fue a través del poder del Espíritu que Cristo fue levantado de los muertos. He aquí lo que dice la Escritura: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11). No sólo el Espíritu levantó a Cristo; ¡Él es quién también te levantará a ti! Podemos poner nuestra esperanza en El.

El plan maestro de Dios
Aun después que El cambió el curso de la historia saliendo de la tumba vacía, Cristo continuó dependiendo del Espíritu. En realidad, Él les dijo a los discípulos que no dejaran Jerusalén hasta que fueran investidos de poder de lo alto. Él dijo que debían esperar la promesa del Padre, “la cual, les dijo oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5).
Cristo estaba bajo el control de Dios cuando habló esas palabras. Él estaba repitiendo lo que el Padre dijo del Espíritu Santo.
Tan dependiente era Cristo del Espíritu que Él se volvió a El antes de dar direcciones a Sus seguidores. La Escritura dice: “que fue recibido arriba después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles” (Hechos 1:2).
¡No me interpretes mal! De ninguna manera estoy diciendo que la posición de Cristo es menos que la del Espíritu Santo, tampoco el Espíritu Santo es menos que Jesús. Hay igualdad absoluta en la Trinidad. Cada miembro tiene un propósito y características únicas.
Lo que yo quiero que tú sepas es que el Espíritu no es débil. No es inmaduro o incapaz de hablar por sí mismo. El Espíritu Santo es perfecto, poderoso y glorioso.
El Espíritu merece nuestra adoración. Debemos poner en práctica lo que hemos estado cantando por generaciones: “A Dios el Padre celestial, al Hijo nuestro redentor, al eternal Consolador, unidos todos alabad, amén”.
¿Cómo lo reconoces? Es tan simple como esa vocecita que oyes cuando estás a punto de quedarte dormido, la voz que te recuerda: “Tú no has orado hoy”. O puede que Él diga: “No has leído la Palabra hoy”. Ese es el Espíritu hablando, luchando con tu alma. Ya tú lo conoces, pero El anhela que lo conozcas más.
El Señor predijo lo que te pasaría cuando hicieras un lugar para el Espíritu. Él dijo, “El que cree en mi como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). ¿Y qué era esa unción de la que hablaba El? “Esto dijo del Espíritu que habrían de recibir los que creyesen en él” (v. 39).
Dios tiene un plan maestro detallado para tu vida. Su unción y Su Espíritu están incluidos en el plan: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios. El cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:21-22).
¿Has hecho lugar para el Espíritu Santo? Todo lo que El pide es un lugar en tu corazón

miércoles, 10 de junio de 2015

Tema: “Cuando es necesario una leccioncita de parte de Dios”

Texto: Jueces 10: 10-14

“Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales. Y Jehová respondió a los hijos de Israel: ¿No habéis sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los amonitas, de los filisteos, de los de Sidón, de Amalec y de Maón, y clamando a mí no os libré de sus manos? Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más. Andad y clamad a los dioses que os habéis elegido; que os libren ellos en el tiempo de vuestra aflicción”.
Imagínate por un momento que Dios te dijera: “¿Sabes que?, ya no te ayudare mas”.
Personalmente me muero si escuchara esas palabras, mas aun si vienen de aquel que es el único que me puede ayudar en momentos en donde humanamente no hay solución.
Eso fue lo que les paso al pueblo de Israel en este pasaje bíblico, su maldad era tal, que aunque pidieran perdón a Dios, luego volvían al pecado y se apartaban de El.
¿Te parece conocido su manera de responder al amor perdonador de Dios?, Y es que nosotros somos muy similar al pueblo de Israel, luego de pedir perdón por algo malo que hicimos y de prometer que ya no lo haremos mas, volvemos a olvidarnos de nuestra promesa y al ser seducidos por nuestra concupiscencia(deseos) volvemos a caer en los mismos errores de los cuales ya hemos pedido mil y una vea perdón y de los cuales nos hemos arrepentido como diría una buena amiga “tri-millones” de veces.
Y es que se te olvida algo, y es que Dios también tiene su límite, no de Poder, porque es TODOPODEROSO, pero si tiene un límite hasta donde te permitirá jugar con El.
¿Tu crees que Dios se cree todas las veces que le hemos pedido perdón sin sentirlo de corazón?, já, no, a Dios no lo engaño y pese a que no le he pedido perdón de corazón, aun así me perdona y me da una nueva oportunidad. Y es que el amor de Dios es incomparable, no lo logro entender, pues yo humanamente hablando si alguien me pide perdón pero yo se que lo esta haciendo solo por hacer y no porque lo sienta, realmente no se si lo perdonara, pero Dios es otra cosa, el no piensa como yo pienso, no siente como yo siento, ni actúa como yo actuó.
Pero si bien es cierto Dios es Amor, también es fuego consumidor (Deuteronomio 4:24) y no tendrá al justo por injusto, ni al injusto por justo.
Además Dios, como Padre amoroso, tiene un límite, porque no quiere malcriarte, y es por esa razón que habrá momentos en tu vida en donde te tendrá que dar una leccioncita para que comprendas que no puedes seguir fingiendo algo que no sientes en realidad o simplemente no quieres sentir.
El Pueblo de Israel se encontraba en un momento en donde los filisteos y amonitas los estaban oprimiendo, al ver su estado y la incapacidad para pelear por si mismos contra sus enemigos, no tuvieron más que clamar a Jehová.
Así mismo somos nosotros, hacemos lo que queremos, nos alejamos de la comunión con Dios, le damos rienda sueltas a nuestros deseos, pero cuando vemos la cosa seria entonces venimos llorando delante de Dios pidiéndole que nos ayude. ¿Acaso Dios es un bombero que solo le llamo cuando la casa se me esta quemando?
Lo más común en estos casos es que Dios responda al oír nuestro clamor, más aun cuando aparentamos un arrepentimiento genuino. Pero Dios que te conoce muy bien, sabe en que momento de tu vida tiene que secarte bien los pantalones y darte una palmadita.
Fue así que luego del clamor de los Israelitas Dios contesta con un: “yo no os libraré más”, ¿Perdón?, ¿Cómo fue?, ¿Estoy escuchando bien?, ¿Estoy leyendo bien?, ¿Seguro que es Jehová de los Ejércitos el que dice esto?, Si, definitivamente es El, y es que Dios tiene un limite, no puedes pasártela jugando con El, ¿A ti te gustaría que jugaran con tus sentimientos?, entonces ¿Por qué si Dios lo único que ha hecho es amarte con amor eterno, le pagas alejándote de El y olvidando tu pacto con El?
Por un momento Dios estaba haciendo lo que nunca en la historia había hecho: NEGARSE A AYUDAR A SU PUEBLO. Que terrible escenario, ¿Qué hicieras si al único que pudieras recurrir te dijera: NO, no te ayudare?, sinceramente son palabras muy fuertes, pero que llevaban un objetivo. Y es que no podemos reprochar las formas de actuar de Dios, El siempre sabe el porque y el para que de todo y por esa razón en esta ocasión estaba dando a su pueblo una leccioncita que sin duda les iba a ayudar.
Fue así como el pueblo de Israel entendió que el NO de Dios se debía al fingimiento de su arrepentimiento, que el limite de Dios había llegado a su fin y por ende necesitaban mas que clamar, en pocas palabras necesitaban ya no decir que se arrepentían, si no demostrar que realmente estaban arrepentidos.
Pues entre decir y hacer hay una gran diferencia, tú puedes decir que quieres vivir santamente, pero tu accionar puede ser otro, entonces en esos momentos en donde ya no valen las palabras es donde las acciones tienen que entrar a escena.
Dice la Palabra de Dios en Jueces 10: 16 “Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel.”
El hecho de quitar de entre si lo dioses ajenos es una señal de un arrepentimiento que va mas allá de las palabras y se remonta a las acciones, el hecho de quitar esos dioses ajenos estaba demostrando que ahora si iba en serio, no solo quitaron los dioses si no que pese a la negativa de Dios para ayudarlos, ellos comenzaron a servir a Dios.
Y es que necesitamos tener agradado a Dios, pues nunca sabemos cuando necesitaremos un milagro de parte suya, por esa razón tenemos que estar bien con El.
La Palabra menciona lo siguiente: “y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel”. Así es mi Dios, es que el amor corre por todo su ser, su misericordia es infinita y su fidelidad incomparable, su leccioncita había dado frutos, el arrepentimiento ahora no eran solo palabras, sino que iban acompañadas de acciones, de esas acciones que mueven el corazón de Dios y que al ver tu problema se angustia por ti, pues quiere verte siempre en bendición.
Es así como cada uno de nosotros debemos aprender a través de esta historia bíblica, la importancia de no permitir que lleguemos a tocar el límite de Dios, pues nadie de nosotros querrá recibir una leccioncita para aprender a no quererse burlar de Dios.
El anhelo del Señor es que cada uno de nosotros lo busquemos de corazón, que quitemos de nuestra vida todo aquello puede llegarse a convertir en un dios pagano y que comencemos a servirle con animo voluntario, no por miedo, sino por temor reverencial que Dios se merece.
Posiblemente tu haz estado jugando con Dios, te has arrepentido muchas veces de algo que sabes bien que esta mal delante de Dios, pero luego de unos días, vas nuevamente en pos de ello olvidando de esta manera lo que hace algunos días le dijiste al Señor acerca de ya no seguir insistiendo en ese pecado.
Mas Dios que te conoce perfectamente sabia muy bien que en ti no existía un verdadero arrepentimiento y a pesar de eso te siguió bendiciendo y dándote oportunidades, pero el limite de Dios esta cerca y por esa razón quiere que a partir de hoy comiences a demostrar con hechos lo arrepentido que estas de haber fallado y lo dispuesto que estas a hacer su voluntad cueste lo que cueste.
No es que el pecado sea mas fuerte que ti, es que tu no estás permitiendo que el Poder y la fortaleza de Dios este en tu vida, pues has dejado de orar, de leer la Palabra, de congregarte quizá o simplemente has dejado de sentir gusto por las cosas espirituales, y todo eso te ha llevado a ser mas vulnerable a los ataques del enemigo.
Mas en esta hora, Dios te da una nueva oportunidad y te dice: “¡VAMOS, YO CREO EN TI!” y es que Dios cree en ti, aun cuando nadie y quizá hasta tu mismo no crees mas en ti, y es porque El sabe el final feliz que tiene preparado para ti, por esa razón, LEVÁNTATE Y INTÉNTALO NUEVAMENTE, pero ahora si, demuéstrale que esta vez si va en serio, pues no quieres llegar a su limite.

El arrepentimiento genuino va acompañado de acciones genuinas que salen de lo profundo de tu corazón.


lunes, 8 de junio de 2015

Libro: "Buenos días, Espíritu Santo" [Benny Hinn] - Capitulo 8

Capítulo 8
Una entrada poderosa

¿Cómo podía ser? Yo le había dado mi vida al Señor, y estaba luchando por vivir la vida cristiana.
            Cuando pienso en lo que me está pasando ahora, parece imposible. En febrero de 1972, después de la experiencia del “nuevo nacimiento”, yo sabía que mi corazón había sido limpiado, pero las dificultades que enfrentaba eran innumerables. Había conflictos en el hogar, indecisiones acerca de mi futuro, y una estimación propia tan baja como el piso debajo de mis pies.
¡Oh, como yo luchaba con mi vida! Era aún difícil en ocasiones darle todo mi amor al Señor. Yo tenía tantas preguntas urgentes. Entonces dos semanas después fui llenado del Espíritu. Esperaba el cielo en la tierra desde aquel momento en adelante. Pero no sucedió así. Mis luchas día a día continuaban.
Ciertamente había grandes momentos de gozo y entusiasmo. Y yo no hubiera cambiado mi experiencia espiritual por todo el petróleo en Arabia Saudita. Pero muy profundo adentro me roía una pregunta que me perseguía mes tras mes. “¿Es eso todo lo que hay?” –me preguntaba. La pregunta no se iba. “¿No tiene el Señor algo más para mí?”
Entonces, a media noche, una noche fría de diciembre, alrededor de dos años después que conocí a Cristo, sucedió. Estando en mi cama en Toronto, el Espíritu Santo entró poderosamente en mi cuarto. Yo lo sentí como una descarga eléctrica y una manta tibia a la vez.
Me tomó dos días para darme cuenta del significado de lo que había pasado. ¡Mi lucha había terminado! Había encontrado la simplicidad de la vida cristiana –una relación personal con el Espíritu Santo.
Hoy, mi corazón todavía esta apesadumbrado, pero por una razón enteramente diferente. Estoy profundamente angustiado porque millones de cristianos nunca han recibido ni siquiera una pizca de lo que Dios tiene para ellos. Se están perdiendo la mejor parte. Y nunca sabrán cuan maravilloso realmente es el caminar con Cristo, hasta que descubren la tercera persona de la Trinidad. Él es el que nos ayuda en la lucha.

NO MAS LUCHAS

Desde el momento en que el Espíritu Santo vino a mi vida, no tuve que batallar más contra mis adversarios. Ellos todavía estaban allí, pero la pelea y la preocupación parecían desvanecerse. Lo que me pasó fue lo mismo que le fue dicho a Israel siglos atrás por medio del profeta Ezequiel. Cuando vivían en un tiempo de agitación política, les fue dicho por el Señor: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27).
¡Todavía hoy existe el problema! Millones de personas están luchando diariamente por guardar las leyes de Dios, y están perdiendo la guerra porque no entienden el plan de batalla del Padre. Su estrategia no podría ser más concisa: “Pondré mi Espíritu dentro de vosotros”, dice el Señor. ¿Y por qué es ese su plan? El desea hacer que de lo profundo de tu corazón –andéis en estatutos. El desea hacer fácil el guardar Sus leyes.
¿Encuentras difícil guardar los mandamientos de Dios? No te sientas del todo solo. Es totalmente imposible triunfar por ti mismo, y Dios no espera que lo hagas. ¡Necesitas ayuda! Pero, ¿a quién vas a recurrir? Dios el Padre está en el cielo y también Dios el Hijo. Tú necesitas un amigo aquí y ahora mismo, y la persona de la Trinidad que está morando en la tierra es el Espíritu Santo. Él es a quien tú necesitas desesperadamente conocer.
Si haces una encuesta y le preguntas a la gente que es lo que más desean de Dios, la contestación más probable sería: “Yo deseo que Dios se agrade de mi”. Y eso es lo que Dios le prometió al profeta Ezequiel. Dios le dijo: “Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel” (Ezequiel 39:29).
Desde el momento en que el Espíritu Santo viene a ser parte de tu vida, Dios comenzará a mirar en tu dirección. Su rostro comenzará a brillar sobre ti. El gran deseo del Padre es que tú lo recibas, que seas lleno de Él, y tengas comunión con El. Eso lo hace feliz.
Comienza a leer el libro de los Hechos, y conocerás lo que Dios había planeado. Los apóstoles tenían una tremenda relación con el Espíritu Santo y la evidencia está escrita en cada página. Pero quizás lo más inspirador es que los “hechos” continúan realizándose –aun hoy. Si la obra milagrosa del Espíritu Santo estuviera toda escrita, no habría una biblioteca lo suficiente grande para contener los volúmenes.
Lo que pasó en el Aposento Alto no debió haber sido sorpresa. Antes de ascender al cielo, Jesús mismo le dijo a Sus seguidores que no salieran de Jerusalén, sino que “esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5)
Cristo aun describió cómo sería y cómo cambiaría sus vidas: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (v. 8).

LA LLEGADA DEL ESPIRITU

Un viento recio
Tan real como la venida de Jesús a la tierra, así fue la venida del Espíritu Santo. Tal como los profetas predijeron la venida del Mesías, así también profetizaron la del Espíritu. Cientos de años antes de Cristo, Dios le dijo a Joel:

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizaran vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñaran sueños y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.                          (Joel 2:28-29).

El Espíritu Santo vino. Y ¡qué entrada tan poderosa! El sonido de un viento estruendoso. Lenguas de fuego. Una demostración del poder de Dios. ¡Su llegada a la tierra no fue menos que espectacular!

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2:1-4).

Fue exactamente como lo había profetizado Isaías: “En lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará…” (Isaías 28:11).
Ahora bien, cuando Jesús nació, el momento se caracterizó por paz y quietud. Fue una hermosa noche en Belén, tan clara que os pastores no tuvieron dificultad de llegar al pesebre. ¡Que contraste con el ruido poderoso que acompañó la llegada del Espíritu Santo! Creó tal clamor en Jerusalén que “hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos” (Hechos 2:6).
Yo solía pensar que la frase “hecho este estruendo” quería decir que alguien estaba corriendo alrededor de la ciudad diciendo: “¡Vengan a ver lo que está pasando!”. Pero ese no fue el caso. El estruendo que ocurrió se escuchó en toda la ciudad. Tú ves, “Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo” (v. 5). ¿Te puedes imaginar lo que pensaron?
La Palabra dice que cuando ellos oyeron el estruendo corrieron al lugar asombrados “porque cada uno les oía hablar en su propia lengua” (v. 6).
Totalmente maravillados preguntaron: “¿No son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (v. 7-8). Y cuando los oyeron declarar las maravillas de Dios en su propia lengua, se preguntaban unos a otros: “¿Qué quiere decir esto?” (v. 12).

¿Por qué 120?
Su estruendosa venida no fue planeada para un templo hecho de piedras. En vez de eso, el Espíritu Santo vino sobre 120 creyentes que vinieron a ser el nuevo templo de Dios.
¿Recuerdas que cuando Salomón terminó su templo, tenía “ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas”? (2 Crónicas 5:12). La Escritura dice que “la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios” (v. 13-14).
Sucedió otra vez en el Aposento Alto. Ciento veinte se reunieron y el Espíritu del Señor llenó el templo. ¿Por qué ciento veinte? Es el número que cierra la edad de la carne y abre la edad del Espíritu. En Génesis, donde Noé estuvo construyendo el arca por 120 años, terminó la era de la carne. Dios dijo: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Génesis 6:3).
Es precisamente por este propósito que el Señor reunió los 120 en Pentecostés. Para que Dios el Espíritu Santo pudiera actuar entre las naciones. Esto marcó el principio de la edad del Espíritu.
¡Los observadores no podían entender qué estaba pasando! Algunos se burlaron diciendo: “Están llenos de mosto” (Hechos 2:13). Pero Pedro “poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (v. 14-16).
Los 120 fueron llenos del Espíritu a tal grado, que podían actuar en su propio poder. El Espíritu era tan poderoso que Él tomó control sobre las acciones de los creyentes. Él estaba en acción, cambiando su lenguaje, sus emociones y su comportamiento. Lo que Jerusalén presencio no fue embriaguez, sino el gozo increíble que viene cuando el Espíritu toma control. Yo mismo he sido acusado de algunas cosas.
Que transformación en el tímido Pedro. Sacó lo de “predicador” que había en él, cuando él “alzó su voz” y les habló con denuedo a la creciente multitud. Pero, ¿Quién tú crees que le dio a él las palabras? El mensaje cautivador fue el del Espíritu Santo. “Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:5). Así es. El evangelio es predicado por el Espíritu Santo. Él es el que hace la obra.
Ahora observa lo que comenzó a pasar de repente en el libro de Hechos. El Espíritu Santo les da tremenda autoridad a aquellos que lo han recibido. Eran las tres de la tarde cuando Pedro y Juan fueron al templo, y “era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo” (Hechos 3:2).
Volviéndose al mendigo, “Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos” (v. 4). Es maravilloso ver a un hombre completamente entregado al Espíritu Santo. Pedro estaba lleno de un denuedo y poder que él nunca había conocido, mientras miraba profundamente en el alma de este pobre hombre –a través de sus ojos.
El mendigo sabía que Pedro y Juan no estaban jugando. Un denuedo santo había sido conferido a los apóstoles. Cuando Pedro dijo, “Míranos”, el hombre inmediatamente “les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo” (v. 5).
Entonces Pedro dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (v. 6). “Y tomándole por la mano derecha lo levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando y alabando a Dios” (v. 7-8).
¿Te puedes imaginar la consternación que hubo en el tempo? El que había sido cojo hizo una entrada poderosa por sí mismo. Ellos lo reconocieron inmediatamente y “se llenaron de asombro y espanto por lo que había sucedido” (v. 10).

No una experiencia de “ayer”
El poder y autoridad que los apóstoles recibieron comenzó a tocar las vidas a cada paso. Su ministerio fue seguid por “muchas señales y prodigios en el pueblo” (Hechos 5:12). ¿Y cuál fue el resultado? “Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran numero así de hombres como de mujeres” (v. 14). Las señales que siguieron a la venida del Espíritu Santo guio a la gente directamente a Cristo. Eso es un hecho importante que hay que recordar.
Lo que pasó en el Aposento Alto no fue una experiencia de solo una vez; tampoco una nota marginal de la historia. Los creyentes llenos del Espíritu establecieron una relación incesante con el Espíritu Santo. Ellos continuaron llenándose. Cuando llamaron a Pedro ante el Sanedrín por la sanidad del cojo, ellos le preguntaron, “¿con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” Pedro estaba “lleno del Espíritu Santo”, cuando les habló (Hechos 4:7-8). No en tiempo pasado, sino presente. La palabra “lleno” se aplica a los apóstoles en aquel mismo momento.
Vez tras vez en la Escritura, cuando se presentan a los seguidores de Cristo como “llenos del Espíritu”, se refiere a una llenura nueva, no algo que pasó ayer o el mes pasado.
Pedro estaba tan lleno del Espíritu en el templo que tenía autoridad sobre sus críticos. Con mucha firmeza dijo: “Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por este hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos 4:8-10)
¿Te das cuenta de que el poder del Espíritu puede llenarte de tal manera que no le temas absolutamente a nadie? Es posible establecer tal comunión con El, que aun el dirigirse al líder de una nación no causa ningún temor. El Espíritu levanta tu cabeza, cuadra los hombros, y te infunde una confianza inesperada.
Cuando viajé al Vaticano en Roma para conocer al papa, pensé que me pondría nervioso. Pero no sucedió así, porque yo estaba lleno del Espíritu. Y allí entre los líderes del Vaticano sentí hambre de las cosas del Espíritu.

Pedro el valeroso
Pedro estaba enfrentándose a algo más que los sacerdotes del templo. Él estaba en realidad en contra del gobierno de Israel. De hecho, la noche antes que le permitieran hablar con los sacerdotes, él y Juan fueron puestos en la cárcel. Pero cuando él habló, las palabras fueron efectivas. Él les dijo que el Señor era “la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” (Hechos 4:11). Fue una cita directa del Salmo 118:22.
¿Era éste el mismo Pedro que, pocas semanas antes, en el mismo lugar, ante la misma gente, se había intimidado por las palabras sarcásticas de una muchacha  había negado a Su Maestro? Ahora él estaba allí, lleno del Espíritu, totalmente sin temor, desafiando a los asesinos de Jesús.
Ya no era el Pedro tímido. Era Pedro el valeroso. ¡Qué cambio hizo el Espíritu!
Tan grande era esta comunión con el Espíritu Santo, que Pedro directamente retó a Ananías. Le dijo: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo? (Hechos 5:3). Las palabras de Pedro y las acciones de Dios eran tan contundentes, que “vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron” (v. 5).


SU PROXIMIDAD A NOSOTROS

Yo puedo decirte por experiencia personal que llega un momento cuando la comunión con el Espíritu viene a ser tan real, tan profunda y tan grande que tus palabras y acciones se conforman a Sus palabras y acciones. Cuando tú sabes, por ejemplo, que Él ha sido contristado, puedes hablar valientemente por El, sabiendo que Él está influyendo a través de ti en todo momento. Estarás tan cerca de Él que, de veras, lo sentirás respondiendo a lo que has dicho.
Yo creo que el día está llegando cuando los hombres y las mujeres vendrán a estar tan cerca del Espíritu de Dios, que veremos mucho más que sanidades y milagros. Veremos como el Espíritu dispersa a los que se atreven a pelear contra Él.
Nunca olvides a Ananías. El “calló y expiró” (Hechos 5:5). Y nunca olvides a Giezi. El mintió a Eliseo acerca de los regalos que Naamán le trajo. Naamán fue sanado, pero el Espíritu guio a Eliseo a decir: “La lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tu descendencia para siempre” (2 Reyes 5:27) y eso fue exactamente lo que pasó.
Jesús hizo una declaración bien poderosa cuando dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos, y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:21-23). Este tiene que haber sido un pensamiento serio y no para ser tomado a la ligera por los apóstoles.

El rostro de un ángel
Pedro estaba tan cerca del Espíritu que le dijo a sus acusadores, “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:32).
El Espíritu Santo poseía a Esteban de tal manera que cuando fue llevado ante los sacerdotes, “todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel” (Hechos 6:15). Pero, oh, las palabras que habló. “¡Duros de cerviz…. De corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7:51)). ¿Por qué él dijo eso? Por todo aquello de lo cual él estaba lleno: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (v. 55).
La presencia del Espíritu llegó a ser tan poderosa en la vida de Esteban que él pudo mirar al cielo y ver la gloria de Dios. El aun tomó las emociones y los atributos del Espíritu cuando era apedreado. Esteban dijo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60). ¿Te puedes imaginar tal reacción? Él no le dijo a Dios, “Júzgalos. Mátalos” El Espíritu Santo hizo la diferencia.
Yo estoy convencido de que hay un momento en la relación con el Espíritu cuando la unción viene tan fuerte sobre uno –Su presencia está tan cerca- que puedes mirar al cielo y ver una visión de Dios. Tan real Él ha llegado a ser.
Saulo, durante su dramática conversión, tuvo una experiencia de primera mano con el poder maravilloso del Espíritu Santo. Yendo de camino a Damasco, respirando muertes y amenazas contra los seguidores de Cristo, “repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:3-4).
Él estaba temblando y temeroso, “¿Quién eres, Señor?”, preguntó Saulo. Y el Señor le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues… Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:5-6) los hombres que viajaban con Saulo se quedaron atónitos y mudos. Saulo quedó ciego debido a la experiencia por tres días, antes que Dios lo sanara y el fuera “lleno del Espíritu” (v. 17).
De nuevo el Espíritu hizo una entrada poderosa. El transformó a Saulo el antagonista en Pablo el apóstol. De hecho, el efecto se sintió a través de la tierra. “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea, y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos 9:31).
Yo no puedo menos que imaginarme qué pasaría si cada ministro en la tierra cayera postrado y buscara una relación personal con el Espíritu Santo. ¡Hablar de avivamiento! Yo creo que revolucionaría de tal manera la vida de la iglesia que los edificios no podrían de momento dar cabida a la gente.
Gracias a Dios por los pastores que están “vivos” en el Espíritu, pero he escuchado a algunos ministros que, sinceramente, ¡harían mejor de funerarios! Una comunión continua con el Espíritu hace la diferencia. La gente está hambrienta de una realidad que solo el Espíritu Santo hace posible.

El nunca deja de obrar
Desde el día de pentecostés el Espíritu comenzó Su obra en la tierra, y ésta nunca ha parado. ¡Nunca! Es increíble cómo El intervino en la vida de Pedro. Mientras oraba en la azotea de una casa, Dios le dio una visión, “y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes ir con ellos, porque yo los he enviado” (Hechos 10:19-20).
Los tres hombres de los cuales el Espíritu habló fueron enviados por un hombre temeroso de Dios llamado Cornelio, un centurión en la compañía la Italiana. También él tuvo una visión: “Este vio claramente… que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía… Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro” (Hechos 10:3, 5). Pero no era el ángel el que hablaba. Era el Espíritu Santo hablando mediante el ángel. ¿Recuerdas? “Dijo el Espíritu… yo los he enviado” (v.19-20).
El Espíritu Santo es una persona activa. El nunca cesa de obrar. El aun enviará un ángel a ti si es eso lo que tú necesitas. Lo que pasa en la tierra es la obra del Espíritu. Él es el representante del Padre y del Hijo.
En la casa de Cornelio, Pedro predicó la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Y “mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso” (Hechos 10:44). Los creyentes que habían venido con él, “se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el do del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (v. 45-46). Nunca olvides que la Palabra viene primero. El mensaje de Cristo tiene la preeminencia. El evangelio es el fundamento para todo lo que Dios el Espíritu Santo fue enviado a hacer.
El Espíritu está interesado en tu vida –aun en tu futuro. El desea guiarte, protegerte, aun advertirte de lo que está por venir. Tu preguntas: “¿Puede el Espíritu Santo profetizar acerca de cosas por venir?” Mira lo que pasó cuando Bernabé fue a la gran ciudad de Antioquía. Como medio millón de personas vivían allí en aquel tiempo. Por un año entero Bernabé y Saulo enseñaron a mucha gente en aquella iglesia creciente.

En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea. (Hechos 11:27-29)

¡Cuán cerca estaba el Espíritu Santo en sus vidas diarias! El reveló que una sequía se aproximaba y así les permitió que se prepararan para el hambre que de hecho vino. El Espíritu es una persona, y Él está profundamente interesado en la gente. Él sabe lo que está pasando en tu vida y tiene gran interés en ti.

El Espíritu y el mago
¿No es tiempo de que dejes al Espíritu ordenar tus pasos? ¿Por qué planear tu propio curso cuando El conoce cada pulgada del camino que tienes por delante, cada curva peligrosa, cada hoyo? Eso fue lo que los cristianos aprendieron en Antioquia. “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé, y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos 13:2). Ellos respondieron inmediatamente: Y entonces, “enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Selucia, y de allí navegaron a Chipre” (v. 4)
Los discípulos estaban haciendo la obra del Padre, pero, ¿quién los envió? Ellos recibieron instrucciones directas del Espíritu. Y durante su viaje el Espíritu Santo nunca dejó de obrar. Aun les dio poder sobre un falso profeta.
Elimas era un hechicero y mago judío. El trató de detener lo que el poder de Dios estaba haciendo en Chipre. Pero “Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo  de toda justicia!” ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? (Hechos 13:9-10).
¡Qué acusación! De hecho, el Espíritu se encontraba tan poderosamente en Pablo que le dijo al mago que se quedaría ciego. Y así fue. Pero como un resultado directo la gente comenzó a volverse a Cristo, “Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia” (Hechos 13:49). “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (v.52).
Tu preguntas: “¿Debo dejar al Espíritu Santo hacer todas las decisiones? Después de todo, ¿no me dio Dios una mente mía propia?” Por supuesto que sí. Pero lo que tiene lógica para ti debe tener lógica también para el Espíritu. El concilio de la iglesia en Jerusalén escribió: “Porque han parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros…” (Hechos 15:28). Cuando algo está bien, será confirmado por el Espíritu Santo, y tú sabrás que dirección tomar.

El mensaje y el mensajero
Si el Espíritu fue tan necesario para Cristo, también tiene que ser lo mismo para ti. Jesús nació del Espíritu, fue ungido por el Espíritu, echó fuera demonios por el Espíritu, recibió Su plenitud por el Espíritu, e hizo milagros por el Espíritu. Y fue por el Espíritu Santo que El enseñó, dio mandamientos, dio poder y gobernó la iglesia, se ofreció a Sí mismo en la cruz, y fue resucitado.
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14). El mismo Espíritu que fue esencial para la obra terrenal de Cristo, es necesario para ti. Él es indispensable.
Tu experiencia de salvación se basa en Cristo, la cruz, y tu confesión. ¿Pero cómo recibiste la realidad de tu regeneración? ¿Cómo sabes que tu corazón ha sido limpiado? Eso, amigo mío, es la obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu del Señor quien pone el mensaje en tu misma alma. Tú no puedes encontrar palabras adecuadas para describirlo o explicarlo, pero sabes que es tan válido como la vida misma.
Si esa realidad es tan fuerte, tan profunda, y tan personal, entonces ¿Cuán real es el que la da? Es una pregunta significativa. ¿Cuán real tiene que ser el mensajero si el mensaje es tan real?

El Espíritu Santo anhela una relación personal continua contigo. El desea hacer una entrada –una entrada poderosa- en tu vida.

Libro: POEMAS DE DIOS [Alex Campos] Capitulo 7 - VUELVE PRONTO

CAPÍTULO 7 Vuelve pronto Mis ojos yo alcé al cielo y su rostro se escondía en las nubes del gran cielo. Sin aliento y sin consuel...