martes, 30 de junio de 2015

Libro: "Buenos días, Espíritu Santo " [Benny Hinn] - Capitulo 9

Capítulo 9
Lugar para el Espíritu

Por generaciones, se ha guiado a la gente a creer que el Espíritu no es una persona. De millones de voces, millones de palabras escritas, y una actitud que ha permeado la fe cristiana, hemos sido programados para pensar del Espíritu Santo como algo más bien que como alguien.
            Oí un coro recientemente que decía, “¡Dame más de ti!” Y yo pensé: “Vaya, eso no es bíblico”. Tú no puedes tomar una parte de Él. Él es una persona. No lo puedes partir en pedacitos, un brazo esta semana y una pierna la próxima. No es, “Dame más de ti”. Es exactamente lo opuesto. Tú debes clamar al Espíritu: “Por favor, toma más de mi”. Él no se rinde a ti. ¡No! Tú te rindes a Él.

UN LUGAR PARA EL

Sin duda, el mensaje más descuidado de la iglesia es que el Espíritu Santo es real y tenemos que hacer un lugar para El.
            Triste, ¿no? Ministros del evangelio por miles no comprenden la obra del Espíritu en el planeta tierra. Me temo que han estado programados también. De la escuela dominical al seminario, han sido guiados a creer que el Espíritu es un miembro menor de la Deidad que vino en pentecostés y ha estado flotando en las nubes desde entonces. Algunos evitan pronunciar Su nombre para que la gente no los confunda con uno de esos fanáticos carismáticos.
            Fue la intención de Dios que la iglesia fuera viva y vibrante. Antes de regresar al cielo, Jesús pronunció las inolvidables palabras: “Y estas señales seguirán a los que creen…” (Maros 16:17). Quizás la pregunta más desconcertante que yo tengo como ministro es esta: Si el Espíritu Santo fue enviado para dar poder a los cristianos para que vivan una vida victoriosa, ¿por qué hay tantos desanimados y derrotados?
            Cuando yo era un evangelista, iba a una iglesia, conducía una campaña, oraba por las necesidades de la gente y regresaba a mi casa. Realmente no sabía lo que estaba pasando en la vida diaria de la gente. Pero ahora que soy pastor, mi perspectiva ha cambiado totalmente. Y estoy molesto por lo que veo.
Ahora me doy cuenta de que muchas más personas tienen mayores problemas de lo que jamás soñé posible. Que tantos creyentes están descorazonados y deprimidos, al borde de la bancarrota espiritual, es casi inimaginable. Repetidamente veo pequeños problemas entrar en la vida de la gente y de repente emergen como Goliat, o el monte Everest.
“Padre Dios –pregunto-, “¿Dónde está la victoria? ¿Dónde está el gozo?”
La semana pasada nuestra congregación experimentó un derramamiento poderoso del Espíritu el domingo en la noche. Al ministrar a la gente, yo sentí una unción extraordinaria. De regreso al hogar iba gritando, “¡Aleluya!”. Le dije a mi esposa Suzane, “¡Qué gran servicio! ¿No es maravilloso lo que Dios está haciendo aquí?” pero acabando de entrar por la puerta de nuestra casa, sonó el teléfono. Y por los próximos treinta minutos oí la triste historia de un hombre que había estado en ese servicio. El lloraba y lloraba mientras me decía: “Yo no tengo a quién ir”.

¿Quién tiene el poder?
¿Qué está mal? ¿Por qué es que la iglesia primitiva tenía tal poder y nosotros tenemos tan poco? Con una palabra mandaban a salir a los demonios, y nosotros nos vemos tan temerosos y alarmados. Solo mencionar demonios, y los cristianos hacen una retirada de cien yardas. Muchos pastores ni aun hablan de ellos, como si ignorando el tema los echaran fuera.
Es difícil de entender. En lugar de predicar a la gente que pueden ser libres, muchos ministros mantienen un silencio dejando a la gente en cautividad. En vez de obedecer las palabras de Cristo: “Echaran fuera demonios” (Marcos 16:17), le dicen a su gente que lo que está realmente pasando no existe –que todo está en sus mentes. Y la gente murmura: “Señor, no puedo encontrar una respuesta. ¡No puedo encontrar ayuda!”
¿Nos  sorprende que algunos cultistas tienen más poder que algunos cristianos? ¿Deberíamos sorprendernos cuando los seguidores satánicos demuestran más de lo sobrenatural que muchos seguidores de Cristo? ¿Cómo es posible? Si Dios es omnipotente y Satanás tiene solo una pequeña fracción de poder, ¿cómo un discípulo del diablo puede obrar con autoridad?
Realmente es muy simple. Una persona que usa cien por ciento de una fracción muy pequeña tiene más poder que alguien que puede tocar la energía del universo pero ni siquiera lo intenta. Me molesto profundamente cuando pienso acerca de un pecador que recibe más de Satanás que lo que un creyente que no pide de Dios, puede recibir.
Es tiempo que empieces a ejercitar el poder del Todopoderoso. Tú necesitas saber que Dios es más grande que cualquier demonio y que sólo una palabra de Jesús destruye al diablo. Solo uno de Sus ángeles puede atar a Satanás en el abismo (Apocalipsis 20:1-3). Dios no es débil –Su pueblo sí lo es.
Aquí está la única conclusión a que he podido llegar. La razón de que la iglesia y tantas personas en ella hayan sido derrotadas es que han ignorado la persona más poderosa del universo –El Espíritu Santo. De nuevo, “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Y las próximas palabras son igualmente emocionantes: “¿Quién eres tú, oh gran monte?... serás reducido a llanura” (v. 7).
Tú necesitas más que un tractor para nivelar los montones de roca que están delante de ti. Es una montaña gigante de hostilidad y temor. Y la excavación que necesitas es sólo posible a través de un gran poder de energía del Espíritu Santo.




Real, no fingida
Dios, a través de Su Palabra, da una receta para romper el yugo de la cautividad. Él sabe exactamente lo que se necesita para levantar tu carga pesada. Se llama unción:

Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. (Isaías 10:27).

Así como Dios quitó la carga de Israel, también removerá el yugo de ti. Después de todo, Satanás es el traicionero que ha puesto ese yugo pesado sobre ti. Pero Jesús, que declara que el yugo será destruido, dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30).
El yugo opresor puede ser roto por el Espíritu. Pero no sólo por el momento. No es una solución temporaria. Él se queda contigo, para continuar levantando la carga y guiándote en una senda nueva. El apóstol Juan. Hablando del Espíritu, escribió: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñé: así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2:27)
No se necesita un doctorado en divinidad para poder discernir quien tiene la unción y quien no la tiene. Un pecador no regenerado que ve la televisión durante el domingo en la mañana conoce el toque del Espíritu cuando lo ve. Lo reconoce porque, diariamente es extraño para él.
No hay nada más trágico que gente que no tiene la unción trate de producirla. Tratan de forzarla, pero el toque del Señor no está allí. Cuantas veces has viajado para oír a un gran predicador o maestro de la Biblia, sólo para encontrar que esa persona es sólo un caparazón vacío, que no hay nada más que conocimiento adentro. Lleno de datos e información pero absolutamente sin vida.
Nunca olvidaré lo que pasó en una conferencia a la que asistí en la costa oeste. En una de las reuniones de la tarde, un joven fue presentado para cantar. Con una voz tremenda, bien entrenada, cantó ¡El Rey ya viene! Toda la gente se alegró, y le dieron un gran aplauso cuando terminó.
Yo no sé cómo pasó, pero en el servicio de la noche una señora cantó exactamente la misma canción. Francamente, no parecía una cantante, su voz era un poco nasal, y algunas de las notas estaban fuera de tono. Pero ella tenía algo más, que cubría esas deficiencias mil veces. Cuando llegó al segundo coro, la gente estaba de pie. Sus manos estaban levantadas al cielo. El poder en aquel lugar era eléctrico. Y no terminó cuando ella finalizó de cantar. Alabamos al Señor y volvimos a alabarlo. Luego comenzamos a aplaudir –por largo rato. Pero no estábamos aplaudiendo a la cantante. Estábamos aplaudiendo al Dador de la canción.
¿Qué hizo la diferencia? Amigo, ¡fue la unción! Fue el poder del Espíritu en la vida de aquella mujer.
Durante mi ministerio en Canadá, éramos uno de los grupos auspiciadores de la cruzada de Billy Graham. En su preparación las reuniones eran organizadas como nada que yo hubiera visto. Y los mismos servicios eran “flojos” comparados con lo que yo estaba acostumbrado a ver. Pero cuando Graham comenzó a hablar, hubo un inconfundible toque del Espíritu en su mensaje. El contenido era Cristo, pero yo podía decir que estaba en la presencia de un hombre que tenía una relación personal profunda con el Espíritu.

Palabras que asombraron a la sinagoga
Desde la creación, la gente ha estado fascinada con la unción. Se han maravillado con ella, la han manifestado, y aun imitado. Pero la verdadera unción siempre ha sido –y todavía lo es- una función de Dios el Espíritu Santo.
¿Cuál es su propósito? Para que puedas proclamar el mensaje con poder.

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová: me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza del Dios nuestro…” (Isaías 61:1-2)

Pero esas no son sólo las palabras de un profeta del Antiguo Testamento. Jesús lo citó a una audiencia pasmada en la sinagoga en Nazaret (Lucas 4:18-19).
Nunca debes olvidar que para entender al Espíritu Santo tienes que saber que Él es Dios. Esa descripción te puede parecer extraña, pero es tan básica como la misma Palabra. Él era el poder de la creación. ¿Recuerdas las palabras en el libro de Job? “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4).
Mientras Dios el Padre estaba en el cielo en el trono de gloria diciendo: “Hagamos al hombre”, el Espíritu Santo estaba haciendo Su obra en la tierra. Aun el segundo versículo dice eso en la creación “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2). Y el Salmista, hablando de las criaturas en la tierra, escribió: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104:30).

CRECIMIENTO ESPIRITUAL

Si deseas que la unción del Espíritu llegue a ser evidente en tu vida, comienza con un entendimiento de quién Él es, como El opera, y como puedes entrar en Su comunión. El Espíritu Santo fue enviado no sólo para hacerte sentir bien. Ciertamente El hará eso, pero Él es mucho más. Él tiene igualdad en la Deidad y merece nuestra adoración como Dios el Padre y Dios el Hijo. Pero eso es sólo el comienzo. Tu crecimiento espiritual no es diferente del de un árbol de roble gigante. Tiene que ser alimentado y nutrido.

¿Qué hago después?
Recientemente un hombre me dijo: “Benny, quiero darte las gracias por presentarme al Espíritu Santo en 1978”.
Yo le dije: “Magnifico. Dime, ¿Qué ha pasado desde entonces?”
Su rostro palideció al decir: “Bueno, nada realmente. Yo sólo recuerdo como era cuando lo conocí”.
“¿Por qué crees que no ha pasado nada?” –le pregunté.
Nunca olvido su respuesta: “Pienso que yo no sabía qué hacer”.
Quizás he esperado que cada persona que ha sido presentada al Espíritu responda como lo hice yo. Yo literalmente me encerré con la Palabra y el Espíritu y absorbí como una esponja lo que Él tenía que ofrecerme. Llevó tiempo, cientos y cientos de horas con el precioso Espíritu Santo.
Me doy cuenta de que para mucha gente es casi imposible encontrar el tiempo para escudriñar y escudriñar las Escrituras. Pero al leer este libro estás recibiendo en una manera concisa lo que le tomó al Espíritu años compartir conmigo. Pero hay una cosa que yo no puedo hacer por ti. No puedo poner una venda sobre tu cabeza y poner una unción sobre ti. Eso solo viene con un encuentro personal profundo; privado, con el Espíritu. Y eso continúa y crece con una amistad y comunión que solo tú puedes establecer.
Tu crecimiento en el Espíritu comenzará en el momento que comiences a ver que el Espíritu de Dios es verdaderamente Dios. No puedo repetirlo lo suficiente porque el cuadro mental de una personalidad débil ha sido metido en nuestra psiquis desde la infancia. Recuerdo haber visto un libro que decía, “El Espíritu Santo es un siervo para el Cuerpo de Cristo”. Esa es la clase de error de que yo estoy hablando. Él no es un siervo: Él está en control. Él es el líder del Cuerpo de Cristo.
Déjame compartir algo que he llegado a conocer. El Espíritu Santo no sólo es Dios; es también el Padre del Señor Jesucristo. Antes que digas: “Ahora aguántate ahí, Benedictus, déjame señalarte la palabra”
Tú dices: “Yo pensaba que Dios el Padre era el Padre de Jesús”. Bueno, tienes razón, pero estás también equivocado. Déjame mostrarte por qué. En el primer capítulo de los Evangelios se nos dice que el Espíritu Santo es el Padre de Jesús. “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).
Aun María estaba preocupada. Ella le dijo al ángel, “¿Cómo será esto, pues no conozco varón?” y respondiéndole el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:34-35). Ahí lo tienes. Él se llama Hijo de Dios, pero fue el Espíritu Santo quien vino sobre la madre de Cristo. Eso es la intimidad de la Trinidad .hijo de Dios el Padre e hijo de Dios el Espíritu Santo en uno.
Aun los atributos de Jesús le fueron dados por el Espíritu. Hablando del Cristo que vendría, Isaías escribió:

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñara de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).

¿Quién es el Padre?
Jesucristo hombre fue engendrado del Espíritu. Y tal como los padres terrenales aman a su pequeño bebe, así el Espíritu Santo amaba al Señor. ¿Has visto tu a un padre orgulloso de tomar en sus brazos a su hijo recién nacido, apretarlo y amarlo? Yo creo que nosotros olvidamos que el Espíritu Santo tiene emociones también. El ama lo que ha creado; es por eso que desea poner sus brazos alrededor de ti.
¿Puedes ver a Dios el Padre en el cielo diciendo al Espirito: “toma mi Hijo y hazlo carne”? Fue un milagro de milagros. El Espíritu Santo tomó esa semilla divina y la puso dentro del cuerpo de María. Pero no solamente fue El el padre del Señor, Él fue también el que lo ungió.
Imagínate, a Dios el Padre sentado en su trono en el cielo y a Jesús en la tierra sanando enfermos y haciendo milagros. ¿Y qué del Espíritu Santo? Él es el canal, el contacto entre ambas personalidades. Voy a ilustrarlo así: El Padre toma el teléfono (como si necesitara uno) y dice: “¿Espíritu Santo?”
“Si, Señor” –dice el Espíritu Santo al levantar el teléfono.
Dios dice: “Quiero que guíes a Jesús al desierto porque voy a enviar al diablo para que lo tiente”.
El Espíritu dice: “Si, Señor”, y corre a Cristo. “Jesús, ven conmigo” –le dice.
¿Ves cómo el Espíritu Santo viene a ser como el contacto entre ambas personalidades?
O imagínate esto: Jesús pasa por el lado de un hombre que está muy enfermo. De nuevo, el Padre levanta el teléfono y dice: “Espíritu Santo, ¡Detén a Jesús! Dile que se pare ahí mismo donde está”.
El Espíritu Santo dice: “Bien, Jesús, párate”. Levanta el teléfono y dice: “Padre, ¿qué debe hacer El?”.
“Dile que sane a ese hombre” –dice la voz de Dios.
Jesús inmediatamente pone Sus manos sobre el hombre, el poder del Espíritu fluye a través de Él, y el hombre milagrosamente se levanta.
Aquí está lo vital para que recuerdes –y cuando comprendas esto, se quitará el velo de tus ojos concerniente a la función del Espíritu Santo: Durante su estancia en la tierra, Jesús escogió ser no menos que un hombre en su totalidad. Su “conocimiento revelado” no operaba sin la voz del Espíritu. Y Él no se movía a menos que el Espíritu Santo se moviera con El.
¿Te has preguntado alguna vez por qué cuando Jesús pasaba, algunos no se sanaban? ¿Por qué El no oró por ellos? ¿Por qué Él no los alcanzo y los toco? Es porque el Padre no le ordenó al Espíritu Santo que guiara a Jesús a hacerlo. Cristo dijo: “que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:31). Jesús dependía del Espíritu: Él era el cordón umbilical de Cristo al Padre.


¿Era Cristo capaz de pecar?
Aun antes que Cristo se enfrentara al Gólgota, Él se ofreció a si mismo al Padre por medio del Espíritu Santo. Comparando la sangre de Cristo al sacrificio de animales, en Hebreos dice: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).
Si Él no se hubiera ofrecido a Si mismo mediante el Espíritu Santo, ¿hubiera sido aceptado por Dios el Padre? ¿Hubiera soportado los sufrimientos de la cruz? Si Él no se hubiera presentado a sí mismo mediante el Espíritu Santo, Su sangre ¿hubiera permanecido pura e inmaculada?
Y déjame añadir esto: Si el Espíritu Santo no hubiera estado con Jesús, ¿hubiera pecado? Es posible que hubiese podido pecar. Fue el Espíritu Santo el poder que lo guardó puro. El no solo fue enviado del cielo, sino que fue llamado el Hijo del Hombre –y como tal, ¿no podía El pecar? El hecho que no lo hiciera no quiere decir que no existiera la posibilidad.
Si tú crees que Jesús no era capaz de pecar, entonces ¿por qué Satanás perdió su tiempo tentándole? El diablo sabía lo que estaba haciendo. Sin el Espíritu Santo, Jesús jamás hubiera logrado completar su obra.
Realmente Jesús se ofreció a Si mismo mediante el Espíritu Santo para permanecer sin pecado. Aun dependió de Espíritu Santo para que lo levantara de las garras de la muerte. ¿Recuerdas las palabras de Pablo? Cristo fue “declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).
Fue a través del poder del Espíritu que Cristo fue levantado de los muertos. He aquí lo que dice la Escritura: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11). No sólo el Espíritu levantó a Cristo; ¡Él es quién también te levantará a ti! Podemos poner nuestra esperanza en El.

El plan maestro de Dios
Aun después que El cambió el curso de la historia saliendo de la tumba vacía, Cristo continuó dependiendo del Espíritu. En realidad, Él les dijo a los discípulos que no dejaran Jerusalén hasta que fueran investidos de poder de lo alto. Él dijo que debían esperar la promesa del Padre, “la cual, les dijo oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5).
Cristo estaba bajo el control de Dios cuando habló esas palabras. Él estaba repitiendo lo que el Padre dijo del Espíritu Santo.
Tan dependiente era Cristo del Espíritu que Él se volvió a El antes de dar direcciones a Sus seguidores. La Escritura dice: “que fue recibido arriba después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles” (Hechos 1:2).
¡No me interpretes mal! De ninguna manera estoy diciendo que la posición de Cristo es menos que la del Espíritu Santo, tampoco el Espíritu Santo es menos que Jesús. Hay igualdad absoluta en la Trinidad. Cada miembro tiene un propósito y características únicas.
Lo que yo quiero que tú sepas es que el Espíritu no es débil. No es inmaduro o incapaz de hablar por sí mismo. El Espíritu Santo es perfecto, poderoso y glorioso.
El Espíritu merece nuestra adoración. Debemos poner en práctica lo que hemos estado cantando por generaciones: “A Dios el Padre celestial, al Hijo nuestro redentor, al eternal Consolador, unidos todos alabad, amén”.
¿Cómo lo reconoces? Es tan simple como esa vocecita que oyes cuando estás a punto de quedarte dormido, la voz que te recuerda: “Tú no has orado hoy”. O puede que Él diga: “No has leído la Palabra hoy”. Ese es el Espíritu hablando, luchando con tu alma. Ya tú lo conoces, pero El anhela que lo conozcas más.
El Señor predijo lo que te pasaría cuando hicieras un lugar para el Espíritu. Él dijo, “El que cree en mi como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). ¿Y qué era esa unción de la que hablaba El? “Esto dijo del Espíritu que habrían de recibir los que creyesen en él” (v. 39).
Dios tiene un plan maestro detallado para tu vida. Su unción y Su Espíritu están incluidos en el plan: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios. El cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:21-22).
¿Has hecho lugar para el Espíritu Santo? Todo lo que El pide es un lugar en tu corazón

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